Victoria de la Unión en Puerto Rico

Cuando los miembros de la Local 610 de Unite Here en Puerto Rico iniciaron una lucha por el contrato con Hilton en junio de 2009, la vida de su Unión estaba colgando de un hilo.

El nuevo contrato que se ratificó en febrero de 2010 salvó a su Unión. Este le puso fin a décadas de declive y negociaciones de concesión. Este aumentó significativamente el estándar de vida de los miembros y aumentó grandemente su poder.

En negociaciones pasadas, los miembros de la Local 610 se habían visto forzados a tragarse pérdidas significativas con muy pocas, si es que había, mejoras en sus condiciones. Este nuevo contrato fue una victoria inequívoca, y cada una de las disposiciones del contrato representa una mejora para los miembros. En un momento de dificultades económicas graves, este acuerdo de $13.5 millones es objetivamente mucho mejor que los acuerdos que están negociando otras Uniones. Además, la mayoría de las disposiciones fundamentales del contrato relacionadas con los derechos de los miembros de la Unión y el equilibrio de poder entre la Unión y la gerencia se han escrito nuevamente. Como resultado, los elementos no económicos de este contrato son superiores a casi cualquier otro contrato con una Unión en la industria hotelera en América del Norte.

Liderato débil y contratos pobres

Hace veinte años, la Local 610 era fuerte. La Unión tenía más de seis mil miembros. Ellos tenían el tercer mejor contrato con la Unión para los trabajadores hoteleros en América del Norte (sólo después de Nueva York y San Francisco). Sus salarios eran más altos que los de los trabajadores hoteleros en Washington D.C., Chicago, Los Ángeles, Boston, y Hawái. Ellos tenían excelentes beneficios médicos y un buen plan de pensión. Tenían condiciones de trabajo excelentes. La gerencia los respetaba.

Hace alrededor de 15 años, los líderes de su Unión se doblegaron ante las amenazas de los patronos y accedieron a un sistema salarial de dos niveles que redujo el salario mínimo para todos los empleados futuros. Esto resultó ser un error fatídico y sin miras al futuro que debilitó a la Unión y dio fuerza a la gerencia por muchos años más. En cada negociación sucesiva por el contrato, en lugar de luchar por conseguir mejoras, la Unión permitió que la gerencia la intimidara, y accedió a más recortes de los salarios y beneficios, peores condiciones de trabajo y derechos más débiles para hacer cumplir el contrato. Mientras que otras Uniones locales de trabajadores hoteleros avanzaron y consiguieron mejores contratos, ellos se retractaron. Para el año 2009, sus salarios, beneficios y condiciones de trabajo eran mucho peores que las de la mayoría de los demás trabajadores hoteleros afiliados a la Unión.

¿Por qué sucedió esto? Sucedió porque los miembros de base de la Unión dejaron de asumir la responsabilidad de su Unión. Ellos dejaron de participar en su Unión. Ellos permitieron que unos cuantos “líderes” tomaran malas decisiones que le hicieron un gran daño a su Unión. Ellos se mantuvieron al margen y observaron cómo su Unión se fue debilitando.

El vaso que colmo la copa

Finalmente, los miembros de la Local 610 se despertaron en 2006 cuando un grupo de funcionarios no electos de su Unión Internacional firmaron malos contratos amistosos con Hilton Corporation, en los que concedían algunos de sus derechos más importantes bajo el contrato, especialmente la semana de trabajo garantizada. Los nombres de esos funcionarios eran Edgar Romney, Pete Demay y Víctor Vélez. Ellos habían sido asignados al control temporal de la Local 610 por Bruce Raynor, que era entonces el Presidente de su Unión Internacional, UNITE HERE. Posteriormente, Raynor fue despedido de UNITE HERE en circunstancias vergonzosas. Surgió un movimiento de trabajadores hoteleros en todos los Estados Unidos y Canadá en oposición a la política de Raynor de ceder los derechos de los miembros de la Unión bajo el contrato por sostener relaciones más estrechas con corporaciones grandes como Hilton, que es exactamente lo que él, Romney, Demay, y Vélez les hicieron en Puerto Rico a los miembros de la Local 610.

Los miembros de la Local 610 piden ayuda

Así es que, como los trabajadores hoteleros en otras partes de América del Norte, los miembros de la Local 610 también se alzaron y votaron para botar a ese grupo de su local. Ellos decidieron tomar partido, dejar de retractarse, y comenzar nuevamente a llevar adelante a los trabajadores hoteleros en Puerto Rico. Ellos comenzaron a prepararse para la lucha con Hilton Corporation que ha dado lugar a esta extraordinaria victoria del contrato.

Primero, ellos le pidieron ayuda a su Unión Internacional. UNITE HERE respondió rápidamente prometiendo un apoyo financiero crucialmente importante, en un monto de $300 a la semana por miembro (más de $400,000 a la semana), si ellos tenían que irse en huelga para conseguir un contrato justo. Luego, le pidieron ayuda a su Unión hermana, la Local 6 de Nueva York. La Local 6 envió, por cuenta y gasto propios, a 29 organizadores capacitados, miembros voluntarios, negociadores, abogados, y otro personal, muchos de quienes permanecieron allí trabajando largas horas con ellos durante muchos meses. La Local 6 asignó aún a más de su personal para hacerles trabajo a ellos desde Nueva York y obtuvo ayuda adicional de la Local 25 en Washington D.C. Esta base clave de apoyo los posicionó a ellos para poder desafiar a Hilton.

Hilton intenta deshacerse de la Local 610

Hilton Corporation no tenía ninguna intención de concederles un contrato justo a los miembros de la Local 610 sin una lucha. En mayo de 2009, la compañía intentó ilegalmente deshacerse de su Unión y reemplazarla con una nueva Unión de la compañía que se denominaba a sí misma "Workers United". Esa organización tan inadecuadamente denominada fue engendrada por Bruce Raynor con la ayuda de Edgar Romney, Pete Demay, y Víctor Vélez, que eran los mismos personajes desacreditados que habían sido botados de UNITE HERE por traicionar a los trabajadores hoteleros. Raynor persuadió a Hilton de que violaran flagrantemente las leyes laborales y que reconociera oficialmente a "Workers United" como su representante de negociación colectiva, a pesar de que los trabajadores jamás votaron a favor de esa organización ni tampoco la autorizaron legalmente.

Durante meses, Hilton quebró a sabiendas la ley prestándole ayuda a la Unión de la compañía de Raynor, e incluso le entregó ilegalmente a esta la información confidencial de los trabajadores (incluyendo las direcciones particulares y números de teléfono de los miembros). A cambio de ello, la así denominada organización “Workers United” de Raynor continuó intentando ayudar a Hilton contra la Unión durante toda la lucha por el contrato. Pero la Unión de la compañía fue sólo una de las herramientas que Hilton utilizó.

A un elevado costo, Hilton trajo desde los Ángeles a un notorio consultor en contra de las Uniones, Lupe Cruz, para que sostuviera reuniones obligatorias contra la Unión para intimidar y confundir a los empleados. Los miembros lo hicieron salir huyendo de la ciudad. La administración de la Local también luchó a brazo partido contra los miembros de la Local 610. Durante varios meses, ellos amenazaron y acosaron a los trabajadores y violaron la ley.

Incluso el Director de Comidas y Bebidas del hotel El San Juan se puso frenético y asaltó físicamente a un representante de la Unión porque este estaba discutiendo para defender a una mesera en una reunión de resolución de querellas. Tal como en el pasado, ellos intentaron de todo para dividir y desmoralizar a los miembros. Sin embargo, esta vez fracasaron.

Los miembros de la Local 610 se alzan en pie de lucha

Los miembros se organizaron. Ellos comenzaron con la creación de un comité de negociación representativo de los líderes de base seleccionados democráticamente por la membresía. Ese comité se aumentó a 96 miembros dedicados de los cuatro talleres. Este asumió la responsabilidad de instruir, unificar y movilizar a los miembros; redactar y aprobar sus propuestas para el contrato; y tomar las decisiones clave en las negociaciones. El Comité de Negociación hizo muy bien su labor y la membresía respondió.

Más de dos terceras partes de los 1,400 miembros en los cuatro talleres del Hilton asistieron a las negociaciones y cientos se presentaron a la mayoría de las sesiones. Las negociaciones fueron algo que nadie había visto anteriormente. Sus negociadores eran firmes e inteligentes.

Los miembros individuales audazmente se pusieron de pie y hablaron e hicieron que la gerencia rindiera cuentas de sus injusticias pasadas. Al verse confrontados con la verdad, los gerentes se retorcieron. Y los miembros se sintieron más seguros de sí mismos. Y gritaron: "¡Se acabó el abuso!" E incluso cantaron. Ellos se dieron cuenta de su creciente unidad. Intuyeron que finalmente la justicia estaba a su alcance.

El contrato viejo venció en agosto, así es que negociaron durante los meses de poca actividad laboral. Entonces, a medida que se acercaba enero, ellos se prepararon para irse en huelga. La lucha por el contrato llegó a su punto culminante durante dos semanas críticas antes de Navidad.

Los miembros se preparan para ir a huelga

El 17 de diciembre, la Unión llevó a cabo una manifestación masiva frente al hotel Condado Plaza y después marcharon por la Avenida Ashford hasta el hotel Radisson Ambassador Plaza (donde sus hermanos también estaban luchando por un contrato justo). La participación fue tan nutrida que la policía tuvo que cerrar la avenida.

Los turistas y clientes asombrados salieron de las tiendas y restaurantes abarrotados esa noche para ver el desfile. Las canciones y los cánticos hacían eco a través del Condado, amplificados mediante el poderoso sistema de sonido de un camión "tumbacoco". Los miembros exhibían cartelones inmensos que decían "SE ACABÓ EL ABUSO". Estos enarbolaban tres ratas inflables de 10 pies de altura, cada una de ellas representando a un gerente del Hilton, a lo largo de la ruta del desfile. Al día siguiente, estos hicieron una manifestación frente al hotel Caribe Hilton. Cientos de miembros cantaron y corearon mientras los huéspedes del hotel observaban desde sus ventanas, y un avión circulaba en torno al hotel arrastrando una pancarta gigantesca que anunciaba la dirección de la página web de la huelga. Entonces, en la tercera noche, estos sostuvieron una manifestación celebratoria en la playa del hotel El San Juan, y notificaron oficialmente a Hilton de que la preciosa playa le pertenecía, no al Hilton, sino a los miembros, y prometieron ocuparla, con sus familias y amigos, durante todo el tiempo que durara toda huelga.

Tres días después, el 22 de diciembre, un número abrumador de los miembros se presentó y votó por una mayoría del 91% a favor de autorizar a los líderes de la Unión a convocar una huelga. La gerencia no podría tener duda alguna de que estos tenían intenciones serias y que era inminente una huelga devastadora contra los tres hoteles y el casino del hotel El San Juan. Esa misma noche, la compañía hizo las concesiones finales necesarias para llegar a un acuerdo.

“La Gente Unida, Jamás Será Vencida”

Este es un acuerdo histórico. La Unión logró las metas que se propuso cuando comenzó esta lucha: mejores beneficios de seguro médico, un aumento justo, y respeto. Esta local pequeña se enfrentó a una de las corporaciones multinacionales más grandes del mundo y logró una gran victoria.

Sin embargo, más que eso, ellos han comenzado a reconstruir su Unión. En adición a un nuevo contrato excelente, ese esfuerzo compartido les ha dado a los miembros del Local 610 un nuevo sentido de unidad y orgullo, y un nuevo cuerpo de líderes veteranos de base que han sido probados bajo el fuego. Ellos no pueden dejar de seguir avanzando después de ratificar este contrato.

Con la ayuda de sus Uniones hermanas, la Local 6 (de Nueva York) y la Local 25 (de Washington D.C.), ellos continúan fomentando y mejorando la nueva Local 610. Pronto, se lanzará un nuevo programa en el que el personal, los delegados y los líderes de base de la Local 610 serán enviados a Nueva York para recibir capacitación en las áreas de cumplimiento del contrato, organización interna y externa, y administración local de la Unión. Ellos tienen que continuar organizando e instruyendo a sus miembros y atraer a más de ellos a la vida activa de su Unión. Estos tienen que hacer contacto con los trabajadores de Puerto Rico no afiliados a la Unión y ayudarlos a conseguir los derechos y la dignidad que ofrece un contrato con la Unión. Ellos también tienen que sanar las heridas de esta lucha, y comenzar a crear una nueva relación con la gerencia de Hilton, una que esté basada en el respeto mutuo.