Sin concesiones: Cómo nuestra Unión reabrió el histórico Hotel Roosevelt
Tras superar con dificultad los primeros meses de la pandemia, en diciembre de 2020, el emblemático hotel Roosevelt cerró sus puertas. Al estar cerrado y cubierto de grafiti, las 1,025 habitaciones del hotel quedaron vacías, incluso cuando la ciudad que lo rodeaba empezó a recuperar su ajetreo y bullicio habituales. A medida que pasaban los meses, los planes de reapertura del hotel seguían siendo poco prometedores y los puestos de trabajo de más de 450 miembros de HTC pendían de un hilo.
En los tres años transcurridos desde entonces, nuestra Unión ha luchado ferozmente por estos miembros, en las oficinas de los funcionarios municipales, en la mesa de negociaciones, en la oficina del árbitro y en los tribunales. Teníamos un oponente formidable: el gobierno pakistaní, que es el propietario del Roosevelt.
Nuestra Unión ganó esa lucha el 13 de mayo de 2023. Abandonamos la mesa de negociaciones con un acuerdo firmado que satisfacía todas y cada una de nuestras demandas: la reapertura del hotel; indemnizaciones voluntarias mejoradas para los trabajadores que deseaban marcharse del hotel; y puestos de trabajo para los que deseaban regresar.
Pocas Uniones son capaces de lograr una victoria como esta. ¿Cómo lo hemos conseguido?
Nuestra estrategia
Al igual que muchos hoteles que cerraron durante la pandemia, el Roosevelt pagó a los trabajadores su tiempo libre con goce de sueldo (PTO) acumulado y una indemnización contractual de cuatro días de paga por año de servicio. Cuando la pandemia empezó a disiparse y la ciudad a recuperarse, los representantes de la Unión se dirigieron al hotel y exigieron información actualizada sobre sus planes de reapertura. Los propietarios del Roosevelt nos dijeron que el cierre del hotel sería permanente, pero se negaron a compartir ninguno de sus planes futuros para el edificio.
Esa respuesta no era suficiente. Así que los dirigentes de la Unión idearon un plan para presionar legalmente a los propietarios para que dieran respuestas y se ocuparan de nuestros miembros.
Sabemos que el único idioma que hablan los propietarios de hoteles es el dinero. Así que teníamos que hacer ver a los propietarios que era más caro que el hotel siguiera cerrado que reabrirlo, y que los propietarios permanecieran callados en lugar de compartir sus planes con nuestra Unión.
A lo largo de tres años, la Unión acumuló estratégicamente responsabilidad financiera, es decir, el dinero que el hotel tendría que pagar si permanecía cerrado, haciendo valer nuestro contrato y nuestros derechos legales. Al final, el Roosevelt no tuvo más remedio que sentarse a la mesa de negociaciones y llegar a un acuerdo.
Nuestra estrategia constaba de cuatro partes.
Parte 1: La demanda municipal por despido
En 2021, cuando los hoteles de la ciudad de Nueva York se estaban recuperando de la pandemia del COVID-19, nuestra Unión aprovechó nuestro poder político para ayudar a los trabajadores que seguían en situación de despido prolongado. Trabajamos con el exalcalde Bill de Blasio para aprobar la Ley Local 104, que exigía a los hoteles cerrados recontratar al menos el 25% de su fuerza laboral y reabrir antes del 1° de noviembre de 2021, o pagar indemnizaciones de $500 semanales durante 30 semanas a todos los trabajadores despedidos. Como resultado directo de esta ley, cerca de 30 hoteles representados por la Unión reabrieron para evitar el pago de indemnizaciones adicionales.
Pero no todos los hoteles cumplieron; el Roosevelt presentó una demanda contra la Ciudad impugnando la ley ante los tribunales y, durante casi dos años, la Unión y nuestros miembros esperaron a que el Tribunal dictara sentencia. Al final, el hotel tuvo que pagar las indemnizaciones exigidas por la ley, incluida una fuerte sanción económica: el doble del importe en indemnizaciones debido a la negativa del hotel a pagar a tiempo.
Para nuestros lectores:
A diferencia de otros empleadores, la nación soberana de Pakistán no podía acogerse al tribunal de quiebras para intentar escapar de sus crecientes pasivos financieros.
Parte 2: Artículo 57 del Acuerdo para Toda la Industria (IWA) Responsabilidad por despido
A medida que el cierre del hotel se prolongaba indefinidamente, se hizo evidente que los dueños estaban considerando otros usos para el edificio. Según la prensa, el Roosevelt podría destinarse a un uso residencial. Pero los propietarios se negaron a hablar de sus planes o a confirmar si los rumores eran ciertos.
En la oficina del árbitro, nuestro equipo jurídico argumentó hábilmente que, como el hotel no facilitó a la Unión la información solicitada sobre el futuro uso del edificio, se podía hacer una "inferencia adversa", es decir, como los propietarios se negaron a confirmar o desmentir los rumores, el árbitro podía concluir legalmente que los dueños planeaban de hecho convertir el edificio. Esto significaba que el hotel estaba obligado a pagar la indemnización por "conversión residencial" prevista en el artículo 57 del IWA bajo nuestro contrato. Ganamos el arbitraje. Los propietarios impugnaron la decisión en el Tribunal Federal de Distrito, donde el juez falló a favor de la Unión. Los propietarios apelaron al Tribunal de Apelación, pero un panel de tres jueces volvió a confirmar la victoria de la Unión.
El resultado: una responsabilidad millonaria para el Roosevelt, que les empujó aún más hacia un acuerdo con nuestra Unión.
Parte 3: Responsabilidad por retirada de pensiones
Cuando el Roosevelt despidió al 90% de su fuerza de trabajo y dejó de pagar los salarios, también cesaron los pagos al Fondo de Pensiones. El Roosevelt se vio obligado a hacer frente a la responsabilidad por retirada de fondos. La responsabilidad de retirada tiene por objeto proteger a un fondo de pensiones contra daños financieros si un empleador contribuyente se retira de un fondo de pensiones mediante la asignación al empleador de su parte justa de los pasivos de los fondos de pensiones para los trabajadores. Después de que las demandas de pago de la responsabilidad requerida de retirada al Fondo de Pensiones no llegaran a ninguna parte, el Fondo presentó una demanda contra los propietarios del Roosevelt por $25 millones y rechazó los intentos del propietario para que se desestimara la demanda.
El equipo jurídico de la Unión le presentó al Roosevelt dos opciones: pagar los $25 millones al Fondo de Pensiones o firmar el acuerdo de reapertura.
A medida que el hotel se hundía más en nuestra deuda, la reapertura empezó a parecer un poco más agradable.
Parte 4: Llegar a un acuerdo con el alcalde Adams
Las negociaciones se calentaban, y en el verano de 2022, miles de solicitantes de asilo empezaron a llegar a la ciudad de Nueva York. A medida que aumentaba su número, las autoridades municipales empezaron a utilizar hoteles vacíos para alojar a los recién llegados.
Alojar a los inmigrantes en el Roosevelt era una posible solución. Reabriría el edificio (y permitiría a nuestros miembros volver al trabajo) y proporcionaría los ingresos que los propietarios necesitaban para pagar sus deudas a los trabajadores. Nuestro alcalde, Eric Adams, dejó claro que el Ayuntamiento no ofrecería un contrato al Roosevelt hasta que negociara un acuerdo justo con nuestra Unión.
La conversión en albergue no requeriría los millones de dólares necesarios para renovar la propiedad en un espacio residencial o comercial. Tras tres años de lucha, por fin se reunieron con nosotros en la mesa de negociaciones.
Nuestros dirigentes exigieron puestos de trabajo para nuestros miembros que querían permanecer en el hotel y la friolera de $59 millones en indemnizaciones para los que querían marcharse.
Los ingresos garantizados provistos por el contrato municipal, combinados con la influencia legal que teníamos contra ellos, obligaron al Roosevelt a firmar.
Luces encendidas en el Roosevelt
El 13 de mayo de 2023, los miembros del Roosevelt votaron unánimemente: 404 que SÍ contra 0 que NO, para ratificar el nuevo acuerdo. Desde la firma del acuerdo, nuestros miembros del Roosevelt han recibido sus indemnizaciones municipales y han podido elegir entre volver a su trabajo con representación de la Unión en el hotel o llevarse a casa decenas de miles de dólares en indemnizaciones mejoradas y marcharse.
Johanna Ortiz, antigua supervisora de servicios de limpieza del Roosevelt, comentó que: "Decidí aceptar la indemnización mejorada y ahora puedo quedarme en casa con mi bebé. El dinero me ha dado la seguridad financiera que necesito para ofrecer un futuro mejor a mi familia. Estoy muy agradecida a la Unión por habernos conseguido este acuerdo".
Phillipe Clarke, encargado de equipaje en el hotel, que ha vuelto a trabajar en el Roosevelt, afirma que "Ha sido un camino largo y difícil. Trabajé en un empleo sin representación de la Unión mientras estuve despedido. Era espantoso y apenas me alcanzaba para pagar algunas de mis cuentas. Estamos muy agradecidos por tener algo a lo que regresar. Ha sido como volver a casa".
No conseguimos este gran acuerdo por casualidad ni por la bondad de la gerencia. Lo conseguimos forjando una estrategia creativa y ganadora a pesar de que las probabilidades estaban en nuestra contra. Ha sido una lucha de años, pero a veces eso es lo que hace falta: cuando están en juego los puestos de trabajo y el sustento de nuestros miembros, la Unión nunca se rinde.
Jackson Yeboa, encargado de limpieza del Roosevelt, celebra después de tomar su decisión de idemnización