La rompehuelgas Rebecca Friedrichs fue oradora destacada en la Convención Republicana

25 de octubre de 2020 4:55 PM

En los primeros diez minutos de la primera noche de su Convención Nacional de 2020, el Partido Republicano presentó a Rebecca Friedrichs, una notoria antigua maestra opuesta a las Uniones, para lanzar un ataque virulento contra las Uniones. Friedrichs fue la demandante en el caso de la Corte Suprema de 2016 Friedrichs contra la Asociación de Maestros de California, que tenía como objetivo desproveer de fondos y debilitar a las Uniones del sector público en todo el país.

En algún momento u otro, como miembros de la Unión, muchos de nosotros nos hemos topado con un compañero de trabajo traicionero que está ansioso de lamerle las botas a su jefe. Hay un término para un personaje semejante: rompehuelgas. En resumidas cuentas, esa es la Sra. Friedrichs.

La selección por parte del Partido Republicano de la Sra. Friedrichs como segunda oradora en su convención es una señal inquietante de que el Partido Republicano es ahora incluso más hostil que nunca a los derechos de los trabajadores.

Las llamadas leyes de "derecho al trabajo": una estrategia a largo plazo para acabar con las Uniones

En 1935, el Presidente Demócrata Franklin D. Roosevelt firmó una ley, la Ley Nacional de Relaciones Laborales (NLRA, por sus siglas en inglés), que protegía el derecho de los trabajadores estadounidenses a afiliarse a las Uniones y, de inmediato, estos aprovecharon la oportunidad, organizándose y haciendo campaña para conseguir contratos con las Uniones. Eso fue lo que creó la enorme clase media trabajadora de Estados Unidos. Hasta ese punto de inflexión histórico, la clase trabajadora estadounidense vivía en una pobreza abyecta, con pocas esperanzas para el futuro. Antes de la NLRA, Estados Unidos tenía una pequeña clase media compuesta por personas tales como comerciantes, abogados y médicos.

En la década posterior a la aprobación de la NLRA, el porcentaje de trabajadores estadounidenses afiliados a las Uniones aumentó del 10% a más del 33%. Esto transformó por completo el nivel de vida de la mayoría de los estadounidenses, incluidos los que no estaban afiliados a las Uniones, y le dio al estadounidense promedio el mejor estándar de vida en la tierra y en la historia. Es por eso por lo que los estadounidenses tradicionalmente piensan en la "clase media" cuando escuchan "clase trabajadora".

Esa transformación histórica fue grandiosa para Estados Unidos y para la gran mayoría de los estadounidenses, pero no fue un cambio bienvenido para muchos estadounidenses ricos y poderosos, y una poderosa coalición de políticos Republicanos y Demócratas del Sur inmediatamente comenzó a planificar una estrategia a largo plazo para revertir esos beneficios para los trabajadores.

En 1947, el Partido Republicano ganó la mayoría en el Congreso por primera vez en muchos años y, en una alianza impía con los tales "Dixiecrats" (que fueron los Demócratas que se separaron del partido en oposición a su política de ampliar los derechos civiles) sureños, racistas y vehementemente opuestos a las Uniones, aprobó la Ley Taft-Hartley diseñada específicamente para debilitar severamente el poder de las Uniones laborales. La disposición clave de la Ley Taft-Hartley les otorgó a los estados individuales el derecho a promulgar las llamadas leyes de "derecho al trabajo" que les permitieron a los no miembros de las Uniones a negarse a pagar las cuotas y, al mismo tiempo, exigirles a las Uniones que les proporcionen gratuitamente a esos empleados todos los mismos servicios de representación recibidos por los miembros que pagan sus cuotas, pagados por esos miembros que pagan cuotas.

Obviamente, esta disposición legal extraordinariamente extraña que requiere que los miembros de la Unión paguen por la representación de los no miembros por la Unión fue diseñada para desangrar a las Uniones. Los estados que aprobaron leyes de "derecho al trabajo" fueron principalmente los mismos estados sureños, ex­esclavistas, que también estaban aprobando leyes "Jim Crow" diseñadas para perseguir a la gente negra.

Cabe señalar que, en ese momento, no todos los funcionarios Republicanos eran opositores de los trabajadores y de las Uniones. Muchos apoyaron y fueron apoyados por las Uniones, pero el partido en general estaba en deuda con las grandes empresas y en contra de un movimiento obrero fuerte.

La fea y racista historia del "derecho al trabajo"

En el mismo momento de la historia en que la alianza Republicano/Dixiecrat aprobaba la Ley Taft-Hartley contra las Uniones, esa misma alianza política también se resistía brutalmente a la lucha para eliminar la segregación racial y concederles a los estadounidenses negros el derecho al voto. Subrayamos que no todos los Republicanos se opusieron a los derechos civiles. Había un ala liberal significativa del Partido Republicano que apoyaba tanto los derechos civiles como los derechos laborales.

Estos dos conflictos, el movimiento por los derechos civiles y el movimiento laboral, estaban fuertemente alineados y se apoyaban mutuamente. El movimiento laboral, incluido el Local 6 y el Hotel Trades Council, brindó un inmenso apoyo político, financiero y moral a la Conferencia del Liderazgo Cristiano del Sur del Dr. Martin Luther King, la NAACP, CORE y otras organizaciones importantes de derechos civiles. De hecho, fue la poderosa solidaridad de las Uniones estadounidenses con el movimiento por los derechos civiles en la que estaba arraigado el odio racista sureño hacia las Uniones.

Vance Muse, un notorio cabildero racista de Texas (que anteriormente había cabildeado contra concederles a las mujeres el derecho al voto, las leyes de trabajo infantil, la jornada laboral de 8 horas), promovió las llamadas leyes de "derecho al trabajo" en todo el sur. Insistió en que el "derecho al trabajo" era esencial para preservar las reglas de Jim Crow y la segregación racial en el sur. He aquí un ejemplo de lo que Muse escribió en ese momento sobre lo que él consideraba los "peligros" del nuevo movimiento obrero: "de ahora en adelante, las mujeres y los hombres blancos se verán obligados a formar parte de organizaciones con simios africanos negros a los que tendrán que llamar ‘hermano’ o perder sus trabajos."

En los primeros 10 años después de la Ley Taft-Hartley, 17 estados (en su mayoría en la ex­Confederación) aprobaron leyes de "derecho al trabajo". Al desangrar a las Uniones de sus tesorerías, estas leyes han impedido efectivamente nueva afiliación a gran escala mientras socavan el poder de las Uniones existentes. Como resultado, los estados con "derecho al trabajo" también son estados con salarios bajos.

Uso de los tribunales como armas contra los trabajadores

En 2012, hubo un resurgimiento de la legislación sobre el "derecho al trabajo" cuando el Partido Republicano tomó el poder en antiguos bastiones de las Uniones como Michigan y Wisconsin. Hoy, un total de 27 estados las han aprobado. Además de debilitar a las Uniones en cada legislatura estatal, la derecha comenzó a utilizar los tribunales como armas contra las Uniones.

El Center for Individual Rights, que es un bufete de abogados conservador financiado por gente tal como los hermanos Koch, el Cato Institute y la Bradley Foundation, buscaron miembros descontentos de las Uniones del sector público en todo el país que estuvieran dispuestos a demandar a su Unión para hacer que la ley del “derecho al trabajo” fuese la ley del país.

El bufete de abogados se puso en contacto con la Sra. Friedrichs, junto con otros ocho maestros de California, y les pidió que impugnaran el requisito legal de tener que pagar cuotas a la Unión que se utilizan para negociar su contrato, aumentos de salario y beneficios. La propia Friedrichs no es más que una herramienta de los donantes y negocios adinerados que han perseguido sistemática y consistentemente esta estrategia a largo plazo, año tras año desde 1947, para desproveer de fondos y destruir a las Uniones.

La demanda de la Sra. Friedrichs llegó hasta la Corte Suprema, donde fracasó en una votación de 4 a 4 después de la muerte del Juez Scalia en 2016. Si bien su caso finalmente no tuvo éxito, sentó las bases para otro caso de la Corte Suprema, Janus contra AFSCME, que resultó en un mandato nacional sobre el derecho al trabajo para las Uniones del sector público. Aunque Janus contra AFSCME afecta solo a las Uniones del sector público (y no a las Uniones del sector privado como la nuestra), es bien sabido que las fuerzas detrás de esto ven el caso como solo un paso más en esta campaña bien financiada de décadas de duración para erradicar las Uniones en Estados Unidos.

Vea el discurso de Friedrich en la RNC:

A los pocos minutos del inicio de la Convención Nacional Republicana de 2020, Friedrichs proclamó que "las Uniones están quebrantando nuestra república" y acusó al movimiento laboral de "socavar la excelencia educativa, la moralidad, la ley y el orden". Instamos a los miembros a que vean su despreciable actuación en YouTube.

 

Un voto por el Partido Republicano es un voto en contra de su Unión

Las Uniones laborales son, por mucho, las organizaciones más exitosas y potentes de Estados Unidos que empoderan a los trabajadores, en el trabajo y en las urnas electorales. Por esa razón, los ricos y poderosos siempre nos han considerado la amenaza más peligrosa para su poder.

A lo largo de los años, a medida que el Partido Republicano se ha vuelto cada vez más de derecha y el partido de los ricos y de las grandes empresas, también se ha hecho más opuesto a las Uniones y a los trabajadores. El discurso de Friedrichs en la convención Republicana es una señal inequívoca de que el Partido Republicano no puede hacerse más opuesto a las Uniones.

Si bien deseamos que pudiéramos encontrar y apoyar aliados en ambos partidos, como lo hemos hecho en el pasado, ya no podemos hacerlo. La única forma de asegurarnos de que nuestra Unión, el movimiento obrero y la clase media trabajadora sobreviva y crezca en los próximos años es derrotando a los Republicanos el 3 de noviembre.

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